Esta brevísima historia de los judíos y los judíos en España (Sefarad) es una introducción didáctica a muchísimos años de historia.
Este es un blog de danza, así que la finalidad es mostrar a vuelo de pájaro el origen de este pueblo y como a través de diversas vicisitudes su música se empapó de las músicas de los países en donde se asentaron, como fueron adoptando todo esto a la vez que guardaban su tradición.
Te invito a que si te interesa el tema, amplíes la información con otras fuentes.
ORIGEN DEL PUEBLO JUDIO
Los judíos tienen sus orígenes en tribus nómadas que vivían en
Oriente Próximo, entre los grandes imperios de la Antigüedad de Egipto y Mesopotamia.
Se considera a Abraham padre de los
judíos, él hace unos 4.000 años se dirigió junto con sus descendientes a la
tierra de Canaan. De su hijo Isaac y su nieto Jacob nacieron las 12 tribus de
Israel.
Pasaron muchas calamidades, la peor: la esclavitud en Egipto y 40 años en el desierto. Finalmente, Moisés los sacó de allí, recibió la Ley por la que se regirían (Torá) y los llevó a la Tierra Prometida, Israel.
A esto siguió una
época buena con el reyes como David y Salomón, que construyeron el gran Templo en
Jerusalén, al que iban todos los judíos una vez al año. Se dividió el territorio entre las 12 tribus , quedándose Judea al sur con los descendientes de Judá y Benjamín, y al Norte las otras 10 tribus, descendiente de los otros hijos, y que acabaron perdidas.
Dos siglos más tarde, el reino de Israel fue conquistado por los asirios y los deportaron a Nínive ( la actual Irak) como esclavos. y así comenzó la primera huida de esta tierra o “diáspora”. Un siglo más tarde, le tocó el turno al reino del sur, Judá, y los conquistaron los Babilonios y también fueron deportados.
Fueron conquistados también por persas, griegos helenistas y romanos.
La segunda diáspora
sucedió 70 D C, al enfrentarse los judíos a los romanos y perder. Su templo fue
de nuevo destruido y nunca más se reconstruyó, sus restos son lo que llamamos
hoy “el Muro de la Lamentaciones”.
Por eso podemos encontrar judíos
en muchas partes del mundo, en Rusia, Alemania, Polonia (son los llamados "ashkenazim"),
Norte de África, Grecia, Turquía, España…(los llamados "sefardim"), en países de
oriente (los llamados "mizrahim") y hasta en la India.
Durante casi 2000 años, la gran mayoría de los judíos residió en tierras de otros pueblos, donde de un modo u otro lograron preservar su religión e identidad. Acogidos por ser históricamente los primeros monoteístas tanto en tierras cristianas como musulmanas, los judíos se adaptaron a nuevos contextos. España en esa época era todavía Hispania, una provincia romana. Los judíos lo llamaron Sepharad o Sefarad, y vivieron en barrios propios bajo poder romano, visigodo, cristiano y musulmán, pagando un impuesto especial.
Sabemos de todo esto porque es la historia que se cuenta en los
5 primeros libros de La Biblia (Pentateuco, Torá para los judíos), historias
comunes que comparten las religiones judía, cristiana y musulmana.
EL FIN DE SEFARAD
La fama de los judíos como personas de cultura (estaban obligados a aprender a leer para poder practicar su religión) y también de prestamistas despertó la envidia de algunos. En el s. XIII hubo crisis económica y una epidemia de peste muy grande de la que se les acusó injustamente (no se sabía pero no se contagiaron apenas, por que tenían la costumbre de lavarse las manos!)
Además
de otras muchas barbaridades se decía que habían matado a Jesús (aunque en realidad
fueron las autoridades romanas) o mataban a niños y los crucificaban (puedes indagar en la historia de San Dominguito del Val, por ejemplo).
En Sevilla comenzó una revuelta contra ellos que se extendió a
las juderías de muchas ciudades de la Península Ibérica, entre ellas Barcelona
en donde murieron unos 300 judíos. Muchos huyeron a otros puntos de la Corona
de Aragón, a zonas rurales o incluso el Norte de África.
El final de Sefarad, vino de mano de la Inquisición. El mismo
año que Colón descubría América, a los judíos se les daba 4 meses para
convertirse al cristianismo o de marcharse. Al que desobedeciese le esperaba
la tortura y la muerte.
Los que marcharon fueron a las comunidades judías de ciudades
del Norte de África y el Imperio Otomano, y conservando costumbres, canciones y
su idioma, el judeoespañol o ladino.
El mismísimo sultán otomano Beyazid se sorprendió
de que el rey español hubiera echado de España esta riqueza humana.
Los que se quedaron en España y cambiaron su religión y sus nombres para poder sobrevivir.
Durante siglos se consideró que los descendientes de “cristianos nuevos” o conversos no eran de fiar (se les llamaba “marranos” a los que se creía que no se habían convertido de verdad).
Curiosamente, muchas de las figuras de la literatura mística de la época como Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz., Fray Luis de León etc. fueron descendientes de judíos conversos. Lo sabemos porque muchos de sus familiares fueron víctimas de los “Actos de Fe”: delatados, capturados, encarcelados, despojados de sus riquezas, humillados públicamente y finalmente ajusticiados.